El pasado mes de julio, Lucía Nieto, alumna en ese momento de 2º del Ciclo de Grado Superior de Técnico en Integración Social del Centro de Formación Profesional “San Juan de Dios” de Ciempozuelos y voluntaria del Centro San Juan de Dios del mismo municipio, participó en un proyecto organizado por el área de Solidaridad de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios Provincia de España. Se trataba de una actividad de contacto social entre jóvenes, con y sin trastorno de salud mental, con el objetivo de luchar contra el estigma.
Bajo el título “El teatro de la vida”, jóvenes de entre 18 y 25 años, entre los que se encontraba Lucía, vivieron una semana de intercambio. Junto con alumnos de otros centros educativos de la Orden Hospitalaria como el de Sant Boi de Llobregat, Lleida, Manresa, Valencia, y Bormujos, Lucía nos explica que el origen de su participación fue su interés por la salud mental. “Al fin y al cabo es lo que estudio y cuanto más aprenda más conocimiento tendré sobre ello. Además, el teatro es otra de mis pasiones”, explica.
Tal y como ella misma explica, esta experiencia consistió en hacer un teatro que reflejase lo que significa la salud mental en la actualidad, cómo se muestra a la sociedad y qué reacción tiene la sociedad ante esto. “Sinceramente -añade-, me sentí una privilegiada y una afortunada. Al principio me dio miedo, porque es algo que desconocía, pero si ahora mismo me dieran la oportunidad de volverlo hacer no lo dudaría ni un segundo”.
En cuanto a su participación, explica que “mi papel ha sido como el de todos los participantes, abrirme ante ellos y aportar todo lo posible lo que hay dentro de mí, vivencias, inseguridades y miedos y eso mostrarlo en el escenario”. A esto, añade que “esta experiencia me hizo sentirme muy pequeña y tuve la sensación de entender un poco la sociedad y la gente que nos rodea, estamos acostumbrados a creer que todo el mundo es el reflejo de cómo nosotros vivimos y percibimos las cosas y no, cada persona tiene su historia y sus perspectivas y sus miedos y hay que por lo menos respetarlo y en ocasiones entenderlo”.
“Lo que más disfruté fue a ellos, a todos los que hicimos teatro, porque hicimos familia, nunca me había sentido con tanta confianza y la seguridad que tuve con todos y todas ellas, fue mágico”, explica.
Lucía pudo vivir esta experiencia gracias a la información proporcionada por Begoña Fernández, responsable del área de Solidaridad del Campus y de voluntariado del Centro San Juan de Dios y considera que este tipo de oportunidades son, sin duda, un valor añadido para el centro.
Asegura que haber tenido esta oportunidad le va a ayudar en su futuro profesional, ya que se ha desprendido de muchos prejuicios y miedos con los que iba.
“Sin duda, desde esa semana no me siento la misma persona, me siento más agusto y segura de mí misma y con otra visión de las cosas, de la vida, y me encanta”, concluye.